Habéis oído que se dijo: “‘Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”.  Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen,  para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.  Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos?  Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles?  Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.

 Mt 5, 43-48

       

 

«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Esto os mando: que os améis unos a otros».

 Jn 15, 12,13,17

       

  El amor no son los sentimientos.
El amor se regala a todos, no es un premio.

El amor puede empezar por rezar por los enemigos; renuncia a la venganza,  prometerse no devolver mal si hay ocasión; hacer y devolver bien si llega la oportunidad.