Entonces se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido:  «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.  Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.  Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy.  Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».

Mt 11, 20-24

       

 

  Cristiano: conversión a ser discípulo de Cristo.

Si se cree en Jesucristo Dios, amor infinito y creador de todo, se debe “atender a sus enseñanzas y seguir el camino que nos dice, en estos días que nos concede entre humanos, para limpiar nuestro corazón y que nos lleve con Él”
Todo el mundo necesita “convertirse”: morir y nacer de nuevo.
Morir a todos los errores aprendidos y cometidos y nacer de nuevo a iniciar el camino de Jesucristo.
La “conversión” no es un momento o día concreto. Se inicia cada día y dura todo el tiempo que vivimos aquí.

La persona que prefiere su confort, aunque está disponiendo toda la vida de enseñanzas y dones, no deja transformarse por Dios y vive como pagano.