Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.  Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».  Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.  Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».  Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.  Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.  Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran.  Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él;  pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas,  sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

 Jn 19 - 25/34

       

  En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá;  entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.  Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo  y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!  ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?  Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.  Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».  María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor,  se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;  porque ha mirado la humildad de su esclava. | Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,  porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: | su nombre es santo,  y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.  Él hace proezas con su brazo: | dispersa a los soberbios de corazón,  derriba del trono a los poderosos | y enaltece a los humildes,  a los hambrientos los colma de bienes | y a los ricos los despide vacíos.  Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia  —como lo había prometido a nuestros padres— | en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».  María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa.

 Lc 1,  39-56

       

  Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.  Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre  y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.   Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos;   al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.  Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.  Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.   Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».  Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».  Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.  Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón.  Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

 Lc 2,  41-51

       

  Virgen María madre de Jesucristo, cabeza de la Iglesia, madre de la Iglesia y madre nuestra.

Virgen María ejemplo de fe y amor a Dios; de humildad y obediencia, de esfuerzo sacrificio y dolor por Dios y los demás.

Aprender a meditar las cosas de cada día y guardar en nuestro corazón lo que el Señor nos enseña.